16 de los 32 alumnos del Certificado de Profesionalidad de nivel II de “Atención sociosanitaria a personas dependientes en instituciones sociales” enmarcado en el Programa Garantía Ciudad Real, que gestiona el IMPEFE y cofinancia en un 91,89% el FSE a través del POEJ, han finalizado con éxito su fase de prácticas en distintas instituciones, como las residencias Andamarc, Santo Ángel, Santa Teresa de Jesús Jornet y Nuestra Señora de la Asunción de Miguelturra, así como Aspacecire, Autrade y el centro de respiro Aloïs Alzheimer. Tanto sus tutores de prácticas como ellos se han mostrado satisfechos por la experiencia, que les ha acercado al desempeño laboral de todos los conocimientos que han adquirido durante el itinerario formativo.

Han sido 675 horas de formación becada y transversal con prácticas profesionales – impartidas en Qualif y Residencia Andamarc- que han dado respuesta al objetivo que tiene el programa Garantía Ciudad Real, que es reforzar la empleabilidad y las competencias profesionales de las personas jóvenes, de entre 16 y 29 años, no ocupadas y no integradas en los sistemas de educación y formación inscritas en el Sistema Nacional de Garantía Juvenil.

Alba Estradas y Nerea Lozano, ambas de 21 años, son dos de las alumnas de este certificado que han hecho sus prácticas en el Centro de Respiro Aloïs Alzheimer de Ciudad Real. Ambas destacan lo positivo de esta experiencia y cómo enseguida se habituaron al ritmo de trabajo, “a pesar de estar en pleno verano que cuesta un poco más”, añade Alba, quien nunca había estudiado nada relacionado con la rama sanitaria y gracias a esta formación ha comprobado que este sector le gusta. “Y he descubierto que los certificados de profesionalidad son una opción muy interesante porque realmente te capacitan y acreditan para la práctica de una profesión”, dice.

Para Nerea, quien también parece hacer encontrado su camino profesional gracias a esta experiencia y va a seguir estudiando, lo mejor de las prácticas ha sido el trato con los usuarios: “Te reconforta y anima mucho. He sentido mucha tranquilidad y cariño atendiéndolos y conviviendo con ellos”.

La tutora que Alba y Nerea han tenido durante este periodo es Encarni Alba, trabajadora social en Aloïs. Destaca lo bien que se han adaptado al centro, el interés que han demostrado y, lo más importante, “el excelente trato que han tenido con los usuarios, que es lo que a nosotros más nos importa”. “Yo las veo preparadas para incorporarse al mundo laboral en este sector, creo que tienen muy buen futuro por delante y les hemos recomendado que sigan formándose para ello”, añade.

En la misma línea se expresa Beatriz Fiz, la supervisora de auxiliares de la Residencia de Mayores Andamarc, encargada de tutorizar las prácticas de otros cuatro de los alumnos de este certificado de profesionalidad. Explica que los jóvenes venían bien preparados, sabiendo lo que se iban a encontrar aquí y con motivación para aplicar los conocimientos adquiridos. “La verdad es que ha sido un grupo muy majo, les ha gustado el trabajo y les hemos cogido mucho cariño, tanto nosotros los compañeros como los residentes, que se han mostrado muy agradecidos por su dedicación”, asegura.

Alejandro Ruiz cuidó y atendió a su abuela, que tenía una enfermedad degenerativa, durante ocho años. “Hice con ella la mayoría de las cosas que he hecho aquí con los residentes y fue entonces cuando descubrí mi vocación. El curso me ha servido para aprender más y adquirir conocimientos y para comprobar, en las prácticas, que la pasión y la alegría que he sentido no las he tenido en ningún otro sector de los que he trabajado”, explica este alumno de 25 años.

Dice que se va con pena porque se ha encariñado tanto de sus compañeros como de muchos residentes: “El equipo profesional que hay aquí es muy cálido y amable, enseguida te acogen y orientan en lo que necesitas. Y los residentes son tan agradecidos… siempre una sonrisa, un beso, un piropo… eso es muy bonito. Aquí compartes muchas cosas porque, además de atenderles, con ellos he cantado, he bailado o he reído”.

Con tan solo 18 años, otras de las alumnas, Marina Romero, tiene también clara su vocación, que partió, como Alejandro, de la convivencia y la atención a sus abuelos. Afirma que el trabajo con las personas mayores es agradecido, satisfactorio y que le aporta muchas cosas.

Marina reconoce que llegó a las prácticas con miedo y con la duda de si sabría dar lo mejor de sí misma. Durante estas semanas ha descubierto que así ha sido y califica la experiencia de “increíble”, sobre todo por el cariño que se lleva de los residentes. “Tengo clarísimo que quiero trabajar de esto. Desde ya voy a mandar currículums para poder trabajar y quiero seguir estudiando para aprender más”, añade.

Así, la fase de prácticas finaliza para el primer grupo de este itinerario formativo del Garantía Ciudad Real y comienza para el segundo grupo, que tiene por delante 180 horas de atención sanitaria a dependientes en distintas instituciones de Ciudad Real.

El proyecto Garantía Ciudad Real está subvencionado por el Ministerio de la Presidencia y para las Administraciones Territoriales, a través de la Dirección General de Relaciones con las Comunidades Autónomas y Entes Locales, en el marco de las Ayudas previstas en el Programa Operativo de Empleo Juvenil del FSE destinada a la integración sostenible en el mercado de trabajo de las personas jóvenes que no se encuentran empleadas, ni participan en los sistemas de educación ni formación, en el contexto de la Garantía Juvenil.